miércoles, diciembre 20, 2006

Comunicado de Olga Bejano a todos sus lectores

Queridos amigos,
Olga me ha pedido que os envíe este comunicado, así que recibirlo como un regalo de Navidad único y personal para cada uno de vosotros. No os podéis imaginar el trabajo que supone escribir cada letrita, y he de decir, que no es cortito todo lo que os cuenta.
Feliz Navidad a todos, os dejo con ella.

Queridos lectores:
Soy Olga Bejano, en primer lugar, quiero pediros disculpas por no poder atenderos como os merecéis. Es difícil que os podáis hacer una idea de como es mi día a día. Os haré un símil: soy como una muñeca que sólo puede funcionar cuando dispongo de la ayuda de la enfermera. Si tuviera enfermera las 24 horas del día podría hacer muchas más cosas. De todas maneras, mi cuerpo necesita atenciones constantes.
Cada día sólo dispongo de 2 horas y media o tres para trabajar. Todos los días, por muy mal que me encuentre, me levantan a la silla de ruedas y organizo la jornada.

Mi tercer libro no se va a titular "Los eslabones de Dios". Va a ser un parto literario de mellizos, serán unos treinta capítulos en los que hablo de mi vida espiritual y humana. El libro ya está escrito, ahora la enfermera, a ratitos, me va leyendo todos los capítulos y, a medida que los vamos corrigiendo, voy añadiendo y quitando cosas. Ya vamos por capítulo 19 y el libro, casi seguro tendrá algo más de treinta. Si Dios quiere, yo calculo que para el mes de marzo estará terminado, aunque luego viene la segunda parte. Lo tiene que leer el editor y, si no le gusta o no llegamos a un acuerdo. . . . En fín, que hay que negociar y eso lleva tiempo. Luego hay que diseñar y hacer fila en la imprenta.

Mi estado de salud va "de culo", cuesta abajo y con patines. El esfuerzo que cada día tengo que hacer es muy grande, pero llegaré a verlo publicado y lo presentaré en los medios de comunicación.


Aunque no me gusta hablar de mi estado de salud, sois muchos los que os interesais. Tengo infecciones muy continuas. Dicen que a los osos del Polo Norte les han hecho análisis y han podido comprobar, que tienen niveles muy altos de hormonas y de antibióticos porque comen de las basuras de los humanos. Pues yo tengo los niveles de antibióticos en mi organismo más altos que los osos polares. Me han puesto tantísimos antibióticos que ya no me hacen efecto y cuando me lo hacen, me provocan reaciones alérgicas. La fiebre a diario cada vez es más alta y el tema de los dolores prefiero ni tocarlo. Pero de momento no he perdido las ganas de seguir luchando ni el sentido del humor.


Como muchos de vosotros me pedís que os recomiende algún libro, os digo dos. El primero se titula "Ojos que hablan", autora: Carmen Rubio Terrero, Editorial Nilo. Trata de una chica que padece E.L.A. (esclerosis lateral amiotrófica). Su situación es muy similar a la mía y su carácter luchador os va a impresionar gratamente. El libro lo ha escrito tan solo con el parpadeo de sus ojos.


El segundo es el del campeón de esquí Paquito Fernández Ochoa. Desconozco la Editorial. Ahora su viuda, Mª Jesús Vargas, lo está presentando y cuando explica como él escribió el libro, teniendo dolores, fiebre, cansancio, sueño. . . me siento muy identificada con él.
Son muchísimas las personas que me felicitan la Navidad. Para mí las fiestas nunca son agradables porque la enfermera no viene y me tengo que quedar en la cama aburrida y sin poder hacer nada. Pero la Noche Vieja me encanta porque empieza un año nuevo y eso significa nuevas ilusiones y esperanzas. Os deseo a todos un Feliz Año 2007 y nunca tendré las palabras adecuadas para agradeceros las fuerzas que me trasmitís.

Gracias infinitas por siempre. Olga


martes, diciembre 19, 2006

Medallas a la Esperanza. Diario La Rioja

Olga Bejano y Proyecto Hombre, honrados por la Cofradía de la Esperanza

Con mucha esperanza, y nunca mejor dicho. Así celebró su jornada la Cofradía de la patrona de Logroño, en vísperas del gran día de la Virgen. Ayer al mediodía, una abarrotada iglesia de Santiago acogió una misa en la que se recordó a los cofrades fallecidos este año y se impusieron medallas a los nuevos integrantes

Pero además, desde hace unos años que la Cofradía de la Virgen de la Esperanza rinde homenaje a distintas personas o instituciones para que la Virgen «les siga ayudando y podamos fortalecer, ante su ejemplo, nuestra esperanza».

Una medalla de honor que este año ha sido impuesta a Olga Bejano, una tetrapléjica riojana que es «testimonio de lucha y esperanza en su larga enfermedad», y a Proyecto Hombre, «reconociendo su impagable aportación a la atención y rehabilitación de toxicómanos».

Otro de los motivos por el que la esperanza estuvo marcada en la jornada es el hallazgo, por parte de la Guardia Civil, de la corona que había sido sustraída días atrás al Niño de la Virgen de la Esperanza, y que fue entregada al párroco de Santiago el viernes pasado.

Ayer, la patrona y su Niño lucían sus mejores galas, al tiempo que los cofrades depositaban flores a su alrededor.Una de ellas, una de las más bellas (una inmensa rosa blanca), era el beso que enviaba Olga Bejano a la Virgen, según explicó su madre con orgullo, mientras el hermano mayor de la Cofradía, José María del Campo, la esperaba en las puertas del templo logroñés.

A través de su enfermera e intérprete, Olga envió un mensaje a todos los cofrades y feligreses de Santiago, en la que agradecía la medalla y señalaba que «la esperanza es el último sentimiento que todo ser humano debe conservar hasta el último instante de su vida». En concreto, Olga asegura tener esta esperanza en sus familiares, amigos y proyectos.Por la tarde, la celebración continuó con la ofrenda floral a la Virgen, una misa y un concierto navideño en la iglesia de Santiago el Real.

M. SCHMITT

martes, mayo 09, 2006

Si se va la luz, mi vida corre peligro. La Razón Digital


Quien piense que Olga desecha la eutanasia porque tiene una vida fácil se equivoca punto por punto. Sus palabras, su testimonio de vida, así lo confirma. "Si se va la luz o se estropea una máquina mi vida corre peligro, dice: y durante los fines de semana permanezco dos días sin poder cambiar de postura porque mi madre no puede cambiarme". No puede salir a la calle por sí misma, "vamos, que llevo veinte años de arresto domiciliario".

Una cosa está clara, no ha perdido "ni el optimismo ni el sentido del humor", aunque "para ser feliz de verdad tendría que ser más independiente. Tengo días de todos los colores, como todo el mundo, asegura, aunque me haría muy feliz poder meterme en una bañera especial, o un jacuzzi para sentir el agua sobre mi cuerpo". Un gesto que no puede hacer desde hace 15 años. Hay algo que no olvida, y que dejó escrito en 1995 en su "Carta contra la eutanasia": "Soy católica, siempre he creído en Dios, en la existencia del alma y en que cuando uno muere no termina ahí su vida. Cuando estuve en coma, tuve la suerte de tener la famosa experiencia del túnel. Esto transformó mi vida. Desde entoences, no tengo miedo a la muerte, porque sé que cuando uno se va, allí se siente mucho bienestar".

Entonces como ahora, fue muy clara a la hora de denunciar la situación social: "Vivimos en una sociedad en la que priman el placer y lo material, pero el sufrimiento y la muerte vienen incluidos en la vida, forman parte de ella. Soy partidaria de luchar, no de huir [...] por eso lucharé hasta el final"

De esto hace 10 años. Y parece que pocas cosas han cambiado.

No puedo ver, comer, hablar ni respirar por mí misma, pero mi vida es totalmente digna. La Razón Digital


En pleno debate por la muerte de Jorge León, varios pentapléjicos denuncian que la Administración «debe ayudarnos antes que promover la eutanasia» «Los que queremos vivir somos más que los que quieren morir y estamos silenciados», afirman.

«Llevo 20 años sin poder salir de casa. No puedo hablar, ver, comer y respirar sin ayuda artificial. Pero mi vida es totalmente digna. Sufro dolores crónicos, fiebres casi a diario, tengo tres costillas rotas, infecciones y además tengo que luchar contra problemas familiares, burocráticos, sociales y políticos. ¿Acaso el señor Zapatero cree que soy una “superwoman”?».

Quien así habla es Olga Bejano, una pentapléjica de La Rioja que padece una enfermedad que le obliga a recibir cuidados médicos a diario. Es perfectamente conocedora del caso de Jorge León, el vallisoletano cuya muerte se investiga actualmente y que ha vuelto a reabrir el debate sobre la legalización de la eutanasia. Y aunque Olga es una acérrima defensora de la vida, lo deja claro:

«No quiero que se me manipule, ni a favor ni en contra de la eutanasia, porque cada persona es un mundo y entiendo que haya quien no quiera vivir».

Habla a través de un rotulador, sílaba a sílaba, y su voz es la de una de las enfermeras que le atiende. Su respirador se oye de fondo, aunque el sonido no empaña su sentido del humor y una autoestima «que gracias a Dios sigue alta». Eso sí, habla firme a la hora de denunciar una situación clamorosa.

Más ayudas, no eutanasia. «Hay quien habla de muerte digna, pero lo que se debe hacer es ofrecer ayudas». Y no le faltan argumentos. «A mí no me puede atender cualquier cuidadora, porque soy enferma de UCI y necesito alguien titulado. Las cuatro enfermeras que tendrían que ir a mi casa cuestan 350.000 pesetas (más de 2.100 euros) y mi pensión es de 30.000 (180 euros)».

Olga es atendida siete horas y media al día por una enfermera, y los fines de semana los pasa en la cama, sin poder moverse. Su madre no puede ya atenderla como antes, y eso «que lleva veinte años sin dormir siete horas seguidas, porque cada tres tiene que aspirar mis secreciones, porque no puedo tragar saliva». «Eso es un sufrimiento añadido», sentencia.

Pero que nadie se engañe. Tiene ganas de seguir viviendo «porque sé que si Dios permite que esté así es por algo, y estaré así hasta que Él decida». «Mi vida tiene más calidad desde que hace 5 años comenzó a ayudarme la unidad de cuidados paliativos de La Rioja, aunque son las experiencias que he tenido las que me ayudan a seguir adelante».

Su caso, aunque impactante, no es único, pues en España son miles los tetrapléjicos y pentapléjicos «que queremos vivir, muchos más que los que quieren morir, aunque estemos silenciados por la opinión pública».

Así lo asegura Juan Carlos Carrión, un cuadripléjico de Cartagena, que a sus 41 años vive cada día con una inmovilidad cercana al 99 por ciento. Lleva desde los 17 años en silla de ruedas, después de un accidente de tráfico -«pon eso para que la gente vaya con más cuidado en el coche», comenta- y ha levantado una empresa de automóviles especiales para personas en su situación. Su vitalidad es rebosante y habla como un torbellino. El motivo es simple: «No tengo ningunas ganas de morirme, y no creo que nunca me apetezca demasiado», dice completamente en serio pero con tono guasón.

En su opinión, el caso de Jorge León «ha vuelto a ser utilizado y manipulado por parte de ciertos grupos que ya están recordando al PSOE su promesa electoral de legalizar la eutanasia». «El tema de la mal llamada “muerte digna” es una tapadera en una sociedad cada vez más deshumanizada, que ha perdido sus principios éticos y religiosos, que permite quitarse de encima a quien estorbe, sea un ancianito o un enfermo terminal», afirma. «La muerte nunca es un avance».

Un hecho que, para Juan Carlos, «supone una contradicción, porque un auténtico Gobierno socialista y progresista debería buscar primero soluciones para quienes queremos vivir y no centrarse sólo en las demandas de unos pocos que desean morir». «La eutanasia no ayuda en absoluto a las clases desfavorecidas, por mucho que esté envuelta en progresismo y en supuestas “demandas sociales”. La muerte nunca es un avance social, lo diga quien lo diga», sostiene. Sus palabras recuerdan mucho a las de Olga Bejano.

Si Carrión asegura que «hasta que la Administración no se vuelque en ayudarnos nuestro problemas no se solucionarán», Bejano resalta que «si yo tuviese las ayudas necesarias, por las que llevo luchando veinte años, sería la enferma más feliz del planeta». Y ante la Ley de Dependencia que ya ha sido aprobada en el Senado, ambos son relativamente escépticos.

Olga no es demasiado optimista: «a mí no me afecta porque mis cuidadores tienen que ser enfermeros titulados, no cuidadores cualquiera».

Y Carrión contempla las luces y las sombras de la ley: «De cara a la opinión pública, el IVA se va a reducir hasta el 4 por ciento -ir en silla de ruedas está gravado-, y es un pequeño avance, aunque aún queda mucho por recorrer».

Por José Antonio Méndez

miércoles, abril 26, 2006

El libro de Olga en Italiano




Esta noticia es sólo para deciros que Olga está terminando su tercer libro, con mucho esfuerzo y ganando la batalla a la neumonía y otras enfermedades que no la dejan tranquila. Ella está muy contenta ahora porque su primógenito, su libro: Voz de Papel, se ha editado en italiano, y es preciosa la edición








Os envio un link para que podáis verlo y recomendarlo.

http://mesdis.it/sezioni/articoli.asp?ART=888404115

Saludos

martes, febrero 07, 2006

Sólo el que sufre sabe entender el sufrimiento. La Rioja.com


La riojana Olga Bejano, enferma desde hace años, aporta un cuento a un libro de 'Menudos Corazones'

"Los niños que estáis enfermos sois igual que los salmones que nadan a contracorriente. Esa lucha es la que les hace tener la carne más bonita, de color salmón. Y a vosotros, la lucha contra la enfermedad hace que vuestra alma se vuelva de color salmón. ¿Adelante salmoncitos, no dejéis de luchar y de pedirle a Papá Dios que os ayude!". Así finaliza La fuerza del alma, el cuento con el que la riojana Olga Bejano participa en Cuentos con corazón, un libro de 'Menudos Corazones', Fundación de Ayuda a los Niños con Problemas de Corazón, que ha editado Ediciones B.


Olga Bejano participa en esta iniciativa junto a rostros de lo más populares. Firman cuentos desde Cristina de Borbón a Belén Rueda, de Covadonga O´Shea a Ana García Siñériz, de Catalina de Hasburgo a Rita Irasema. Su relación con la vicepresidenta de la Fundación Menudos Corazones, María Tarruella de Oriol, la llevó a colaborar. Cuando le plantearon la posibilidad de escribir, dijo inmediatamente que sí. Pero el texto urgía. No tenía más de un par de días para prepararlo. Y su salud pasaba por un momento fatal por los efectos de una neumonía. A ello se sumaba el cambio de enfermera que afrontaba tras varios años con la misma. «Así que este cuento lo hice a la velocidad de la luz. Y para el poco tiempo que tuve y las condiciones físicas tan delicadas, por lo que me dicen en la fundación, son muchas las personas que están llamando para preguntar quién es Olga Bejano», indica ella misma.


Que sepan luchar

El cuento, del que ha cedido los derechos, lo mismo que los demás autores, recrea una experiencia de su niñez. Un día de visita familiar al campo, encontró un nido y ayudó a la última cría a romper el cascarón. A continuación, la madre la rechazó. «Como tú le has evitado ese trabajo, ahora no puede abrir sus alas y como su madre sabe que no será capaz de sobrevivir, por eso la ha tirado del nido. ( ) Los padres tienen el deber y la obligación de cuidar y educar a sus hijos lo mejor posible. ( ) A los niños hay que enseñarles que, cuando tengan un problema, sepan buscar la solución y luchar», le explicó su abuela en aquel momento.

«Sólo el que sufre sabe entender el sufrimiento», apunta también Olga para explicar ese último párrafo con el que cierra su cuento. Sabe tanto de sufrimiento El día de esta entrevista, Olga sigue tetrapléjica en su silla de ruedas -lleva así años y años-, tiene un respirador conectado y dos costillas rotas. Viene de pasar, en Navidad, una afección pulmonar que ha estado a punto de llevarla a la muerte en tres ocasiones. Se comunica gracias a las palabras que esboza en su cuaderno y que su enfermera Melisa interpreta con habilidad.

«Otra persona, en mi situación, estaría en la cama, pero yo odio la cama y no me gusta pensar en lo que tengo encima. Todos los días me levanta la enfermera a la silla y no paro de hacer cosas para separar mi cuerpo de mi alma. Si no, esto sería imposible de soportar».



La vida que se rompió

Todo comenzó cuando, a los doce años, fue operada de apendicitis. No volvió a ser la misma, pese a que en los años siguientes pudo completar sus estudios, viajar, trabajar, enamorarse A los 23 años, «la vida se me rompió». En su casa, su habitación reúne los dispositivos necesarios para su cuidado. Es una enferma de UCI, pero no podría vivir en un hospital. Ha hecho cálculos. En un centro hospitalario su atención costaría casi 26.000 euros al mes. En los casi veinte años que lleva así, la factura sobrepasaría los mil millones de pesetas.

«Por muchísimo menos podría tener en mi domicilio la asistencia permanente de profesionales de enfermería que necesito». Cuenta con una enfermera durante siete horas y media de cada día laborable, pero desde el fallecimiento de su padre, su madre y ella se han visto en situaciones límite que casi siempre ocurren cuando no tienen ayuda. Preocupada por la salud de su madre, Olga aspira a conseguir la atención especializada que necesita para estar atendida las 24 horas, incluidos fines de semana y festivos.

Estas inquietudes han hecho variar sus prioridades. Hasta ahora, la primera era su tercer libro, prácticamente finalizado y en el que muestra su «madurez espiritual». De hecho, su corrector, Jesús Bonet, sacerdote, psicólogo y profesor, ya lo ha leído. «Pero mi vida va cambiando. Han sucedido cosas muy importantes que debo contar. Tengo que variar cinco capítulos y sólo Dios sabe si lo terminaré, cuándo y cómo se titulará».

«Cuando vi la lista de personas que habían participado -en los 'Cuentos con corazón'- me dije para mis adentros 'hija de mi vida, tú que pintas entre tanta pata negra' y luego me dije 'qué leches, tú tienes tratamiento de ilustrísima -por la Medalla de La Rioja que le fue otorgada- y estás dejando bien alto el pabellón de La Rioja'», señala.